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Papel reciclado

Vida profesional

Después de terminar mis estudios en la ciudad de Quito, regrese a la ciudad del Puyo para poder rendir unos exámenes e ingresar a la Universidad Estatal Amazónica – UEA en la carrera de ingeniería ambiental. Al ser aceptado en la universidad, me sentí muy feliz, disfrutaba de la ciudad, de la biblioteca, de mis clases matutinas como vespertinas y como no de mis amigos y amigas que me permitieron aprender de ellos y tener otra perspectiva de la vida. Al terminar mis estudios y ejercer mi profesión, yo tuve la oportunidad de viajar a la ciudad de Ambato para trabajar en el municipio, en el área que me había especializado, pero, con el paso del tiempo, presente carpetas en diferentes lugares, incluyendo el distrito de educación, sinceramente, no esperaba que me llamaran, porque yo no había estudiado pedagogía, sin embargo, lo hicieron, y yo acepte la plaza de trabajo en la CECIB PEAS, perteneciente a la comunidad de Charapacocha, ubicada en la zona achuar a riveras del rio Pastaza.

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Si bien es cierto, el docente es la persona que guía a los estudiantes y del que aprenden ellos, pero, es todo lo contrario, porque yo fui y soy la persona que aprende con ellos cada día algo nuevo. Con mis primeros estudiantes y compañeros de trabajo, aprendí el gran valor y esfuerzo que tiene ser docente, así como también diferentes técnicas y formas de captar la atención de los estudiantes.

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En la actualidad, aún existe mucha discriminación a personas que pertenezcan a una nacionalidad o pueblo indígena en nuestro país, este acto, es muy cotidiano pero indignante, por ende, estas actitudes causaban en mis estudiantes: miedo, inseguridad, vergüenza, frustración y negatividad por querer continuar con los estudios, al sentirse inferiores. Ante esta situación, mis compañeros y yo optamos por realizar pequeños encuentros para generar motivación y consciencia en los estudiantes, permitiéndoles ver que ellos son capaces de crear cualquier cosa y que, con el simple hecho de estudiar, ellos ya son parte del cambio que necesita nuestro país. Al no disponer de personas especializadas en la motivación, muchas veces mis compañeros y yo les contábamos nuestra historia y el camino que tuvimos que recorrer para llegar a ser docentes de esa institución, incentivándoles a proponerse metas, objetivos y a no dejar de soñar. Dichos talleres, puedo decir con orgullo, marcaron un antes y un después en nuestros estudiantes.

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Después de haber podido vivir esta experiencia y para sorpresa mía, me dieron un puesto de trabajo en la ciudad de Puyo, exactamente en la UECIB “Amauta Ñanpi” la escuela que vio crecer y me formo académicamente cuando yo era un niño. No podía sentirme más feliz de poder servir y ayudar como docente en la institución que algún día fui un estudiante junto a mis docentes que pasaron a convertirse en mis compañeras y guías para mejorar en la pedagogía. El empezar en esta institución fue algo totalmente diferente, novedoso, extravagante y si, justamente complicado, pues, tenía entre treinta y cuarenta alumnos en una sola aula de clases y yo no había impartido clases a una gran cantidad de estudiantes. Sin embargo, estos retos me permitieron seguir estudiando, investigando y mejorando para poder ofrecer a mis estudiantes un proceso de enseñanza – aprendizaje significativo, a su vez, me permitieron reflexionar sobre la realidad educativa que surge dentro y fuera de la comunidad. En la ciudad, los estudiantes tienen muchas mas oportunidades al tener docentes preparados, pues la mayoría ingresa a las universidades o al instituto de Canelos para especializarse, sin embargo, los estudiantes no reciben una educación enfocada en sus saberes culturales y lingüísticos como se desarrolla en las comunidades.

Lic. Jorge Vargas, con docentes y estudiantes de la UECIB " Amauta Ñanpi"
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