Mi abuelito Felipe Gaillas, (+) el padre de mi mamá, era Kichwa hablante puro, que nunca hablo castellano, pero, a diferencia de él, mi abuelita Juanita Vinueza, (+)[1] había nacido en Baños, era mestiza y, por ende, solo dominaba el español. Cuando ella era muy pequeña perdió a sus padres, quienes eran recolectores de caucho en Canelos. Al quedar huérfana y al no tener a nadie en la comunidad con quien vivir, fue criada con otra familia que la acogió en la misma comunidad. Al crecer y hacerse señorita, conoció a mi abuelito, se enamoraron, se casaron y formaron un hogar de dos mundos tan diferentes, pero a la vez tan iguales, un kichwa puro y una castellana pura. 

Al haber crecido mi abuelita en una comunidad kichwa, no se le dificulto aprender su lengua ancestral y formar un hogar sólido con las costumbres y tradiciones de la comunidad y de la nacionalidad. Como mi abuelito solamente hablaba kichwa, ella se comunicaba con él en esa lengua, pero con sus hijos siempre interactuó en castellano y mi madre al crecer en un hogar en el que interactuaban ambas lenguas aprendió las dos al mismo tiempo.

 

[1] Ambos fallecieron cuando la docente Silvia Aragón tenía doce años de edad.