

El poder de los sueños y las piedras sagradas.
Después de tres meses del fallecimiento de mi padre, tuve un sueño inusual, en el que yo no paraba de correr en medio de la selva, corría por el lodo, quebradas, puentes de palo y charcos de agua sin descanso alguno, hasta que llegué a una casa que se me hizo muy familiar, pues era la casa de mis papás en la que yo viví cuando aún era una niña. Al llegar ahí, recuerdo que me sentía demasiado cansada y decidí sentarme un momento hasta recuperar el aliento, mientras lo hacía, pude ver a mi padre acercarse a mí y decirme: ahora si es el momento para que tomes mi mochila. Como yo no sabía de qué mochila él me hablaba, le pregunté ¿De qué mochila me estás hablando papá? a lo que él me respondió: pregúntale a tu mamá, ella te dirá cuál es mi mochila.
Al despertarme, sentí demasiada curiosidad e intriga por saber si el sueño que tuve significaba algo o era solamente eso, un sueño. Así que decidí llamar a mi madre para contarle todo lo que había pasado y pedirle la mochila como mi padre me había dicho en aquel sueño. Ella, al escuchar esto, mencionó algo confundida: no sé de qué mochila me hablas, yo no tengo ninguna mochila para darte, aunque él tenía una mochila viejita, que él siempre la llevaba a cualquier lugar que iba, es más, tenía demasiado cuidado con esa pequeña mochila y siempre la colocaba dentro de otra al momento antes de salir. Recuerdo que un día, cuando estábamos en Canelos y ya regresábamos a la comunidad en bus, él había notado que había olvidado su mochila en dicho lugar, y al notar esto me hizo bajar del bus, para que tomáramos otros bus que demoraba una hora y media en llegar a un cierto lugar que nos dejaba cerca de Canelos, para después caminar una hora más, porque no había en ese tiempo carro ni carretera que nos ayudará a acortar el tiempo. A pesar de esa experiencia que pase con tu padre, nunca le pregunté qué contenía esa mochila y porque era tan importante para él, de seguro es esa la mochila que él quiere que yo te dé a ti.
Después de haber terminado esta conversación, juntas fuimos a buscar la mochila en un espacio de la casa que guardamos todo lo que no utilizábamos, por mucho tiempo, buscamos la mochila, hasta que al final la encontramos junto a unos objetos que él había recolectado en sus viajes. Dentro de la mochila, encontré dos piedras, una era lisa y la otra era áspera. Dichas piedras, mi padre las utilizaba para curar, pero nunca mi madre supo de su existencia hasta el día que juntas las encontramos.
Cuando mi papá vivía, él tenía el don de curar a las personas y yo le solía pedir a el que me deje el pajo, el don de curar y él me había dicho está bien, vendrás y yo te paso mi don, pero nunca llego ese día, pues él había muerto antes de poder dejarme a mí su don. Por tal razón, yo pienso que él me quiso dejar dos piedritas de color blanco que son sanadores, pues existen otras que son de color negro que son para hacer el mal. Mis compañeras de trabajo, suelen decir que las piedras actúan siempre para defender a la persona que es su dueña, pero, si su corazón es bueno.
Sanación a través de las piedras
“Él te quería entregar las piedras con las que sanaba, él te las quiso entregar a ti” (Gaillas, C. 2021)
Como nadie de mi familia sabía de la existencia de las piedras de curación que guardaba con mucho cuidado mi padre, nunca pudimos ver como él curaba con el uso de ellas, pero, tras hacer algunas averiguaciones pude constatar que cuando yo tengo dolor de cabeza, algún malestar o una mala energía, yo siempre me sobo con ellas y el dolor con el paso de los minutos se pierde rápidamente como un suspiro. Después de sobarme con las piedras, suelo colocarlas en un recipiente con agua pura, pues de esa manera y de acuerdo a nuestra tradición así se conservan y mantienen vivas, aunque hay muchas personas que me han aconsejado colocar en tabaco, por un tiempo si lo hice, pero otra persona muy cercana a mí me aconsejo que no lo hiciera, pues las piedras así se convierten en malas y pierden su poder de sanación. Hoy en día, yo las conservo como un regalo de mi papá que me hace recordarlo con mucho amor, además, las utilizo en las clases para explicar la medicina natural, como también los minerales, animales y plantas sagradas que suelen ayudar a curar el mal aire o las malas energías. Sin embargo, estas piedras yo solo las utilizo con mi familia, porque fueron piedras guardadas secretamente por muchos años y no pueden estar al aire libre o descubiertas.
Amor por recolectar piedras con formas especiales.
Una de las cosas que yo más disfruto cuando salgo de mi casa, es conocer nuevos lugares y recolectar piedras que tengan forma de animales, de objetos y más. Algunas de las que conservo en mi casa, las he obtenido a partir de regalos o visitas con mi familia a ríos, lagunas o cascadas. Una de las piedras que conservó a una distancia prudente, es la que mi madre me regaló, pues cuando ella me la dio, sentí un estremecimiento en todo el cuerpo acompañado de una sensación de miedo y escalofríos que me surgió al tocarlas. Por ello, a dicha piedra la mantengo lejos de mí y la conservó simplemente como un adorno. Sin duda alguna, no son como las piedras blancas que conservo de mi padre que siempre me dan tranquilidad, confianza y seguridad.
Cuando yo trabajé por primera vez en una comunidad de Montalvo, a cuarenta y cinco minutos en avión, conocí a una señora que conservaba con mucho cuidado una piedra rojiza, alargada y muy brillante, pues piedras así no las podía tener cualquier persona al no ser sencillo encontrarlas. Dicha piedra, no supe si ella la adquirió a partir de un sueño o si alguien se la regalo, pero lo que si se, es que la piedra que ella traía consigo, era específicamente para ser usada por mujeres, ya que, esta funcionaba como un anticonceptivo que le permitía no tener hijos al hacer hervir la piedra en una olla, y dejar que el agua se secara totalmente. Por mucho tiempo, yo he intentado encontrar la misma piedra que vi aquella vez, pero, no he podido encontrarla pese a mi gran deseo.
Mi última adquisición, la obtuve buscando en el río, al querer encontrar la piedra más rara y bonita de todas. Entre ellas, halle una muy peculiar, a la que denomine la piedra sonriente, pues tiene la forma de la cabeza de una tortuga que está sonriendo. Dicha piedra, la coloque al lado de otra piedra que tengo en forma de boa pues además de adornar mi casa me causan felicidad por mi amor al recolectarlas.
¿Cuándo debemos conservar una piedra?
Cada lugar que visitamos, está conformado por piedras, por ende, cuando notamos que una de ellas resalta más o notamos que se repite varias veces, significa que esa piedra nos está siguiendo y que nos ha elegido para protegernos.
Leyenda de las piedras
Antiguamente, los allpamamas y mis abuelitos sabían contar que en los lugares sagrados como en los árboles enormes no hay que pasar corriendo o haciendo bulla porque se puede agarrar una mala energía o más conocido como un mal aire, por ende, hay que seguir por ese lugar con mucho respeto. De la misma manera, sucede con las piedras grandes, pues estas de igual manera son sagradas, así como los árboles, en sus raíces se conservan y viven muchos espíritus que pueden ser buenos o malos, por esa razón, una persona debe de tener mucho cuidado, respetar y no burlarse en estos lugares porque, así como pueden hacernos un bien también nos pueden ocasionar un mal.
En el Tena, existe una leyenda, que me la solían contar a mí cuando era pequeña. Antiguamente, existían dos piedras enormes, una era hembra y otra era macho, ambas estaban lejos del río, pero por las noches se lograba escuchar voces de mucha gente como si estuvieran en alguna reunión muy importante.[1] Las piedras se mantenían ahí de forma intacta, ya que, nadie se atrevía a moverlas o tocarlas, pero, un día ocurrió una gran inundación a tal punto que llegó hasta una de ellas. Al ser tan fuerte el movimiento del río, logró mover la piedra que era hembra, la cual rodó demasiado, quedando a una gran distancia de la piedra macho. Cuentan los abuelos, que en algún momento va a existir un gran creciente, a tal punto que permita mover la piedra macho y juntarla con la piedra hembra, pues las dos deben de permanecer juntas como en un principio.
[1] Las personas que beben guanto, pueden ver en los lugares sagrados como: los árboles, piedras, montañas, lagunas y más, espíritus que conforman algo similar a grandes ciudades. Por ello, se debe el gran ruido de voces en cada uno de estos espacios, ya que, son espíritus.
